Navidades con Salud

Diciembre 2020


Navidades con Salud

Y por fin llegó la Navidad, ese rinconcito de esperanza y alegría que disfrutamos todos los años, aunque en esta ocasión viene con un sabor especial, pues damos por finalizado un año que marcará la vida de todos aquellos que hemos tenido la suerte (yo diría más bien la desgracia) de vivirlo en nuestras propias carnes. La era covid, el año covid, múltiples nombres para recordar a un pequeñín que ha llegado con pies de hierro para asentarse en nuestro día a día: ha marcado un antes y un después en nuestra forma de ver la vida, en nuestra manera de relacionarnos y también en nuestra manera de alimentarnos.

Estas Navidades no serán las típicas de siempre, no podremos reunirnos con todos aquellos a los que amamos desde lo más profundo ni celebrarlas rodeados de gente, no podremos dar un beso a nuestros abuelos si no viven con nosotros ni podremos salir a la calle hasta muy tarde, pero lo que sí podemos hacer este año es empezar a vivir cada día, no tanto como si fuera el último sino más bien como si cada día fuera un regalo. Si algo nos ha enseñado este último año, es que no debemos dejar para más tarde aquello que queremos hacer, porque puede llegar un momento en el que no podamos hacerlo.

Así que, puestos a modificar alguna cosa, ¿por qué no hacemos algunos cambios antes de terminar el año para poder alcanzar los objetivos que nos marquemos? Sin duda, desde nuestro punto de vista, uno de los elementos que nos puede ayudar a conseguir esos nuevos propósitos es disponer de una buena salud (si gozamos de una buena salud tendremos ganas, fuerzas y vitalidad para emprenderlos) por lo que, en esta entrada, nos centraremos en establecer una serie de hábitos saludables que podemos llevar a cabo esta Navidad y que puedan extrapolarse en el día a día para llegar a conseguir un mejor estado de salud.

Es habitual que tras los excesos de las Navidades nos hacemos promesas como “Voy a empezar a cuidarme que ya mismo llega el verano” …Pues con esto pretendemos reducir ese tipo de pensamientos en favor de otros más positivos como “qué bien he pasado la Navidad” o “Me siento más descansado”, así que, allá vamos con los consejos:

  • Reducir el consumo de alcohol.

De todos es bien sabido, que uno de las características que marcan estas fiestas es el aumento del consumo de cerveza, champán o cualquier otro tipo de bebida alcohólica, y es que, la ingesta masiva y/o habitual de distintos tipos de alcohol pueden derivar en problemas a corto plazo tales como la temida resaca (con lo que no podrás disfrutar el día o los días siguientes), accidentes (tráfico, caídas, etc.), intoxicaciones por alcohol, comportamientos sexuales de riesgo… o problemas a largo plazo como hipertensión, trastornos de ansiedad y depresión, dependencia, etc.

Sabiendo los efectos negativos que nos provoca el consumo de alcohol, intentemos limitar lo máximo posible su ingesta en favor de otras bebidas, preferentemente agua.

  • Favorecer el ejercicio físico.

Ese gran olvidado de la Navidad, pero que cada vez muestra más efectos positivos en la mejora de la salud. Y es que es muchísimo más fácil (y menos cansado) tirar de la típica peli y mantita (que es una de las mejores cosas de la Navidad), pero siempre podemos encontrar un huequecito para mantenernos activos, ya que los beneficios del ejercicio comparados con los de no hacer nada son abrumadores.

En primer lugar, hará que esos excesos de energía que ingerimos en las comidas no sean tan elevados por lo que contrarrestará, en cierta medida, esos excesos.

En segundo lugar, disminuye los síntomas derivados de ansiedad y depresión, por lo que es un excelente aliado durante este año tan estresante.

En tercer lugar, favorece el aumento o mantenimiento de la masa muscular que nos reporta una infinidad de beneficios en nuestro organismo (mejora de la respuesta a la insulina, incremento densidad ósea…).

En cuarto lugar, nos ayuda a conectar con nosotros mismos. Por ejemplo, caminar en el exterior nos induce a desconectar de la rutina diaria, mirar hacia nuestro interior y escuchar a nuestro cuerpo, favoreciendo la gestión de nuestras emociones.

Aunque me podría pasar meses hablando de los beneficios del ejercicio, también debemos tener cuidado, pues tratar de compensar todos los excesos de la navidad solo con esta práctica puede lesionarnos y hacernos enfermar. Es importante adaptar el nivel y tipo de ejercicio a nuestras condiciones e ir con cuidado.

  • Tomar frutas, verduras y hortalizas.

Otros de los grandes olvidados de las Navidades son estos grupos de alimentos. Sabemos que los beneficios que aportan a nuestra salud son innumerables, pero en Navidad parecen que no existen, los consideramos una especie de tabú (menos mal que esto está cambiando con el tiempo) y les quitamos su hueco correspondiente en nuestra dieta. De esta forma estamos favoreciendo el intercambio de éstos por otras comidas más calóricas y menos interesantes desde el punto de vista nutricional que, por supuesto, nos sacian bastante menos y necesitamos una mayor cantidad del alimento para sentirnos satisfechos. Para ser más gráficos, encontramos casi las mismas calorías en un trozo de turrón que en 1 Kg de lechuga.

Destacando los beneficios de estos alimentos encontramos la presencia de una gran cantidad de fibra, antioxidantes, micronutrientes, valor calórico reducido y un gran etcétera que, junto con la enorme versatilidad que poseen, las hacen alimentos muy interesantes y que también están buenísimos. Si no nos gusta alguna verdura hay muchísimas verduras alternativas, no dejes que un grano de arena no te deje ver la playa.

  • No olvides beber agua.

Los seres humanos estamos compuestos más o menos por un 65% de agua, por lo que debemos hidratarnos de manera constante para que este porcentaje no disminuya y podamos llegar a la deshidratación que se manifiesta con mareos, debilidad, malestar general…

En esta época, el consumo de agua disminuye en gran medida siendo varios los factores que influyen en este hecho. Al disminuir la temperatura ambiente se producirán pérdidas menores de agua (menos sudor) por lo que la sensación de sed será menor. También disminuimos el nivel de actividad física y nos olvidamos de su ingesta. No obstante, es uno de los momentos más importantes para mantener una buena hidratación, ya que ésta mejora nuestro tránsito intestinal (muy necesario tras las comidas copiosas), nos mantiene más activos y disminuye el riesgo de enfermedades.

El agua representa la mejor opción para hidratarse durante comidas y cenas de Navidad, pero si optamos por ingerir bebidas alcohólicas, una muy buena opción sería intercalar un vaso de agua entre copa y copa, favoreciendo la hidratación y la disminución de la ingesta de alcohol.

  • Reducir el consumo de alimentos ricos en azúcar o buscar alternativas.

Una de las mayores preocupaciones en estas fiestas es el consumo excesivo de alimentos con una alta cantidad de azúcar y grasas. Aquí se incluyen turrones, mantecados, mazapanes, etc.  Se ha de advertir que el consumo esporádico de algunos de estos productos no representa una gran amenaza para nuestra salud. ¡Pero ojo!  ahí está la trampa… esporádico quiere decir de higos a brevas, de pascuas a ramos, de vez en cuando. Se suele decir que en el punto medio está la virtud, salvo en este caso, que la virtud está en limitar el consumo de estos alimentos lo máximo posible o tratar de cambiar estos dulces por otras alternativas con menor contenido en azúcar y grasas.

Aunque sea de forma puntual en la Navidad, no conviene darse un atracón grande de estos alimentos, pues pueden llevar consigo problemas como malas digestiones, pesadez, cansancio, etc.

Pero, hecha esta aclaración, a nadie le amarga un dulce, y el consumo de algún tipo de dulce durante los días festivos no tiene por qué ser motivo de alarma ni de preocupación, sino de disfrutar el momento y ya está (entendiendo que no debemos depender de algunos alimentos para disfrutar el momento).

  • Practicar una alimentación saludable el resto del tiempo.

Este es uno de los consejos más importantes, puesto que de nada nos vale que sólo apliquemos estas recomendaciones los días en los que tengamos una comida un poco más copiosa, sino que vamos a tratar de llevar un estilo de vida sano, en el que todos los alimentos tengan su sitio, sin llegar a prohibirnos ninguno, pero limitando el consumo de algunos de ellos.

Por lo que nuestra alimentación, tanto en las cenas de Navidad como de manera general deberá basarse principalmente en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales de grano entero), moderando el consumo de alimentos de procedencia animal (carnes, pescados, lácteos, huevos) y limitando en gran medida o evitando los productos muy procesados con alto contenido en azúcares, grasas poco saludables, sal y otro tipo de sustancias que presentan efectos negativos para la salud.

También vamos a tratar de hacer un poco de ejercicio todos los días, de tal manera que se termine convirtiendo en un hábito. Prestaremos atención a la ingesta de agua para mantener un buen estado de hidratación y, sobre todo, vamos a pasar tiempo de calidad con las personas que queremos (claro está cumpliendo siempre las medidas de seguridad anticovid).

Estos serían los consejos para llevar una Navidad saludable, aunque, a decir verdad, son los mismos que aplicaríamos para practicar un estilo de vida saludable.

Mucha coincidencia, ¿no?

Antonio José Cabrera Perza

DNS del Sur, S.L