Nuevos avances del papel de la microbiota en enfermedades

La microbiota es el conjunto de microorganismos que conviven en nuestro organismo. Es invisible para nosotros, pero es clave para nuestra salud y cada vez hay más evidencia científica sobre ello.

 

De hecho, recientemente dos estudios relacionados con la inmunoterapia contra el cáncer, ponen de manifiesto que las bacterias “buenas” son más abundantes en los pacientes que responden a este tratamiento, lo que sería un gran avance en la lucha contra el cáncer.

Por otro lado, un estudio elaborado por el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn) en conjunto con el Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (Iispv) y el Institut d’Investigació Biomèdica de Girona Doctor Josep Trueta (Idibgi) trató de estudiar la diversidad fúngica de la microbiota, ya que cuenta con menos estudios.

 

Se centraron en la presencia de un hongo llamado Mucor racemosus en el intestino, el cual aumenta cuando los sujetos pierden peso, lo que podría llegar a convertirse en un tratamiento para combatir la obesidad y de prevención de enfermedades cardiovasculares gracias a la manipulación de este hongo.

 

Ya que la microbiota parece ser clave en las enfermedades de tipo autoinmune, también se ha visto su relación con la esclerosis múltiple. En esta línea hay investigaciones que demuestran la gran abundancia de dos géneros de bacterias en enfermos de esclerosis en comparación con individuos sanos.

 

Cada vez hay más estudios que demuestran marcadas diferencias entre la composición de la microbiota de personas con determinadas enfermedades y personas sanas, así como diferente microbioma (el conjunto de genes que componen nuestra microbiota) entre personas obesas y delgadas. Existe evidencia científica de que los alimentos y la dieta tienen un papel importante en la composición de la microbiota. Concretamente, la alimentación desde antes de nacer, es decir la de la madre, ejerce una influencia determinante en su composición. La madre transfiere bacterias a su hijo especialmente en el parto, y también durante la lactancia, por lo que la alimentación de la madre durante estas fases es clave para un adecuado desarrollo de la microbiota y, por tanto, del sistema inmune del bebé.

 

Esto no queda ahí, ya que conforme va creciendo y hasta los 3-5 años la diversidad bacteriana va aumentando y el tipo de alimentación así como la introducción de los diferentes alimentos tienen un papel fundamental. Hay datos que relacionan alteraciones en la composición del microbioma humano desde temprana edad con el desarrollo de obesidad y otras enfermedades.

Por lo tanto, es de gran importancia un adecuado ambiente nutricional y microbiano en el entorno materno-infantil para la salud del niño y futuro adulto.

Probióticos y prebióticos ¿Qué alimentos nos aseguran una adecuada composición de microbiota?

Los probióticos son microorganismos vivos que confieren un efecto beneficioso para la salud, en cambio los prebióticos son nutrientes que estimulan el crecimiento de los organismos presentes en nuestro intestino, de lo que se alimenta nuestra microbiota.

La ingesta de prebióticos debe ser diaria para poder mantener una buena composición de nuestra microbiota.

Para conseguirlo es clave evitar productos ultraprocesados, llenos de azúcares y aceites refinados y priorizar los alimentos de origen vegetal en nuestra alimentación: frutas, verduras, hortalizas y tubérculos; sin olvidar las grasas de buena calidad como el aceite de oliva, semillas y frutos secos.

 

Existen alimentos concretos que favorecen una mayor diversidad bacteriana, sinónimo de salud. Estos son los alimentos ricos en fibra fermentable, de la que se alimentan estos microorganismos como, por ejemplo: manzana, zanahoria cocida, plátano, alcachofas, boniatos y patatas cocidos, o col fermentada.

 

Pero no sólo las pautas dietéticas pueden alterar nuestra microbiota. Las infecciones, el entorno o el estrés son también factores que influyen en su composición. El uso de antibióticos ejerce un fuerte impacto, disminuyendo su composición en un 30% y favoreciendo el crecimiento de microorganismos patógenos. Lo ideal sería ingerir probióticos en conjunto con la toma de antibióticos para contrarrestar los efectos negativos lo más rápido posible.

 

Alejandra Arroyo Cerezo

Alejandra Rivera Torres

Luis Morán Fagúndez

DNS del Sur, S.L.

@NutritionDNS

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